Montag, 3. Mai 2010

La página en blanco.

Me gusta escribir y me gusta creer que tengo las condiciones necesarias para ello. No soy de los que escribe como una forma de espantar las horas ni para salir del tedio que me pueden provocar las frustraciones del día. Tampoco quiero desahogarme ni anotar fechas y espacios que nadie más que yo entiende. No quiero ser un personaje perdido en su propia dialéctica, en un cúmulo de palabras que no tienen razón de ser. Como consecuencia de lo anterior estoy en condiciones de reconocer que, enfrentar una página en blanco, es una misión difícil. En ocasiones me he refugiado en el silencio que generalmente se cuela en este dormitorio azul y blanco, esperando quizás una señal o gesto , talvez un susurro que me inspire y sin embargo, pasan las horas, la vida decae y yo sigo contemplando una página en blanco que no ha sido fecundada.

Mis inspiraciones surgen, la mayoría de las veces, de una palabra leída, dicha o escuchada; surge también de vivencias exprimidas a la vida o de sentimientos que periódicamente revolotean muy cerca, provocando estados emocionales diversos. Me ha sucedido que luego de haber escrito una línea, la borro, porque si no tiene el aroma o la fuerza que yo ando buscando, entonces pienso que es mejor quedarse callado…el silencio puede ser también una vibrante composición.

Recuerdo ese hermoso poema llamado “Occidente” (que es uno de mis hijos predilectos). Cada vez que las personas lo leen, me dicen: “dónde viste esa puesta de sol?”, sin enterarse que cuando lo escribí miraba una de las paredes de mi dormitorio, en donde los colores de un ocaso se estaban mezclando sin reglas determinadas. Cerré los ojos, respiré el mar y escuché su murmullo. El poema había nacido.

scribo porque me gusta y de eso no cabe la menor duda, pero también porque existe un pacto secreto entre las letras y yo, porque por medio de cada palabra voy mostrando muchas inquietudes mías, varias de las cuales no conocía de antes. Escribo, porque me conmueve una voz grave que sale desde los rincones más profundos de lo que represento en este juego de mesa llamado existencia.

En este momento no sabría qué podría escribir, pero si llego a lograr ir completando esta página blanca, será con algo que valga la pena.

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