Freitag, 1. Oktober 2010

Amar.

"Amar - me dice - es una ecuación sencilla: dar sin esperar obtener algo." Toma su Martini con la delicadeza de siempre, apropiándose del tiempo, que ahora corre a su favor, porque soy yo quien tiene el turno para argumentar y cualquier palabra dicha sin la debida base, jugará en mi contra. Y ella lo sabe. La observo con seriedad, clavando mis ojos en sus labios, siempre deliciosamente delineados y rojos. Eso y sus ojos me cautivaron la vez que nos topamos en el “Basta”. Fue quizás por curiosidad, después de haber mantenido una inusual conversación sobre diversos tipos de desafíos entre un hombre y una mujer, que terminó por acompañarme a mi departamento no sin antes preguntarme por los preservativos. “Save sex”, me dijo, arrimándose a mi brazo, mientras caminábamos por la Wilhemstrasse. De eso ya han pasado tres años, varios Martinis, un par de vacaciones en las Islas Canarias y una breve separación de tres semanas por cuestiones de trabajo.

Le respondo que como teoría se puede escuchar y leer bien (lo último lo digo por algo que yo he leído sobre este tema y que ha escrito Jorge Bucay y sé fehacientemente que ella también lo ha leído, por lo que tengo la casi certeza que será una discusión interesante), pero que en lo concreto ninguna de las partes interesadas va a querer dar algo sin recibir. "Sería como si compraras algo en una tienda y te fueras sin ello. Amar es una transacción de sentimientos, das lo que quieres, más o menos, y sabes que puedes ganar o perder, porque eso dependerá de muchos factores, pero evidentemente apuestas a ganar y obtener algo, de lo contrario no necesitas buscarte un estrés innecesario, porque la búsqueda de una pareja es estresante. Y conste que hablo de pareja y no de compañía." Un bichito llamado orgullo me dice que he ganado el punto.

“Pero yo te amo a ti sin restricciones, sin la intención de obtener o querer algo, pues no quiero cosas tuyas. Te amo simplemente.” Toma nuevamente el vaso y bebe hasta que desaparece la última gota de Martini, entonces lo deposita sobre la mesa de centro y se acomoda en el sofá entrecruzando unas piernas delgadas y esbeltas. Cada movimiento parece calculado, cada gesto y hasta la pose que ha adoptado para esperar mi argumento. Sonríe transmitiendo un aire de vencedora, cuestión que sabe me va a llevar a sentirme desafiado. Es parte del juego y ambos disfrutamos de él.

"Lo quieras o no, lo entiendas o no, lo aceptes o no, el amor es un sentimiento egoísta, porque quiere obtener algo y cuando no lo recibe, entonces reacciona como un niño pequeño cuando no le otorgan lo que está pidiendo. Los amantes no se entregan sin esperar una compensación sea de afecto, atención, comprensión, comunicación o sexo. Generalmente ansían tener bastante más de lo que les dan, porque se sienten merecedores de ello, porque creen que en ese “dar” se están jugando poco menos que la vida." Cuando termino de decir la última palabra, me pierdo en una sensación algo confusa, porque si bien he hablado con un orden mental contundente, he dudado, por un momento, de lo que acabo de argumentar. Entonces es el instante que ella aprovecha para el contraataque.

“Pero creo que tú nunca has entendido el significado que tiene amarte a ti y que no se trata simplemente de amar. En eso radica la diferencia que yo visualizo. Es posible que yo no pueda amar de la misma manera a otras personas, porque es tu persona la que me inspira, es ella la que provoca que te sienta cada día en mí, que camine por la calle y sonría como boba o que me llene de sensaciones diversas hasta cuando estoy de lleno en mi trabajo. Sé que esto puede elevar tu ego hasta el azul profundo del cielo, pero si lo digo no es por ti, sino por mí, como un reconocimiento a lo que me hace feliz, a lo que me estimula a vivir con alegría (entre otras cosas). No niego que me encanta sentir que soy especial para ti, pero no quiero hablar de correspondencia, porque me da una idea de condicionar algo “tú me das, entonces te doy (correspondencia), pero si no me das, entonces no recibes de mí”. Lo que me gusta sentir es que me amas porque es eso lo que te hace feliz a ti, sin condiciones. Aunque te cueste entenderlo, me guía un amor que respeta tu libertad. Lo anterior no significa que de vez en cuando no me colme el egoísmo que me hace requerir de ti todo...todo...que reclama tu tiempo, tu espacio, tu cuerpo, tu atención, etc...es como un ataque leve que me da y que se termina tan rápido como ha llegado, porque entonces se impone el sentimiento de que el amor no es egoísta, sino todo lo contrario.”


Miro con ternura una lágrima que va rodando lentamente por su mejilla, una lágrima sincera, que ella talvez hubiera querido evitar, pero que ha dejado que sea. Me acerco despacio para estrecharla en un abrazo, en el que se funde todo lo que somos y lo que sentimos.

Montag, 3. Mai 2010

La página en blanco.

Me gusta escribir y me gusta creer que tengo las condiciones necesarias para ello. No soy de los que escribe como una forma de espantar las horas ni para salir del tedio que me pueden provocar las frustraciones del día. Tampoco quiero desahogarme ni anotar fechas y espacios que nadie más que yo entiende. No quiero ser un personaje perdido en su propia dialéctica, en un cúmulo de palabras que no tienen razón de ser. Como consecuencia de lo anterior estoy en condiciones de reconocer que, enfrentar una página en blanco, es una misión difícil. En ocasiones me he refugiado en el silencio que generalmente se cuela en este dormitorio azul y blanco, esperando quizás una señal o gesto , talvez un susurro que me inspire y sin embargo, pasan las horas, la vida decae y yo sigo contemplando una página en blanco que no ha sido fecundada.

Mis inspiraciones surgen, la mayoría de las veces, de una palabra leída, dicha o escuchada; surge también de vivencias exprimidas a la vida o de sentimientos que periódicamente revolotean muy cerca, provocando estados emocionales diversos. Me ha sucedido que luego de haber escrito una línea, la borro, porque si no tiene el aroma o la fuerza que yo ando buscando, entonces pienso que es mejor quedarse callado…el silencio puede ser también una vibrante composición.

Recuerdo ese hermoso poema llamado “Occidente” (que es uno de mis hijos predilectos). Cada vez que las personas lo leen, me dicen: “dónde viste esa puesta de sol?”, sin enterarse que cuando lo escribí miraba una de las paredes de mi dormitorio, en donde los colores de un ocaso se estaban mezclando sin reglas determinadas. Cerré los ojos, respiré el mar y escuché su murmullo. El poema había nacido.

scribo porque me gusta y de eso no cabe la menor duda, pero también porque existe un pacto secreto entre las letras y yo, porque por medio de cada palabra voy mostrando muchas inquietudes mías, varias de las cuales no conocía de antes. Escribo, porque me conmueve una voz grave que sale desde los rincones más profundos de lo que represento en este juego de mesa llamado existencia.

En este momento no sabría qué podría escribir, pero si llego a lograr ir completando esta página blanca, será con algo que valga la pena.

Donnerstag, 29. April 2010

Déjame creer.

Déjame creer que no estoy solo.
Háblame en el silencio,
aunque te duelan las palabras,
aunque tu corazón arda como tus celos
aunque las razones te quieran guiar
por otro camino.

Es posible que no sea yo
ese atardecer que esperas,
es posible que no sea yo
la caricia que exiges,
mientras te desangra el miedo,
es posible que no sea yo
quien le robe la luz a tu piel.

Déjame creer que me necesitas
algún momento de tu vida,
aunque estemos divididos
entre tu razón y mi sentimiento.

Jesús Almibre
(chileno)

Freitag, 16. April 2010

No expresar lo que se desea.

Me pregunto el porqué tenemos tantas dificultades para decir lo que realmente pensamos y sentimos. Es algo que se puede palpar diariamente ya sea en el trabajo, en nuestro círculo de amigos y, especialmente, en la relación de pareja. Nos preocupan muchas cosas y no sabemos, no podemos o simplemente no queremos decirlas. No tenemos la capacidad de contarlas en el lugar preciso y a quien corresponde. Filtramos indebidamente la información, nos tragamos aquello que nos inquieta y tratamos de llevar las cosas como si no tuvieran ningún efecto, aparentando un equilibrio que no es tal (basta con tomarse una aspirina y el problema está resuelto, piensan algunos). Por si fuera poco, todas esas frustraciones se juntan, como lava volcánica, en alguna parte de nuestra humanidad y termina por explosionar en el momento que no corresponde y frente a quien no juega ningún rol importante en la película. La mujer se preocupa porque el marido no llegó a tiempo o no llamó a casa (habiendo tanto celular repletando nuestra sociedad), que la hija no avisó que llegaba tarde o que alguien no fue capaz de contar un problema en el trabajo pensando que no iba a pasar a mayores (pero que la realidad le demostró que finalmente fue gravitante). La amante se preocupa por lo que considera una falta de consideración (su amor no le avisó que se iba de vacaciones con su mujer e hijos), una mujer expresa su desazón porque el amante (esta vez un hombre) anda en movidas diferentes, apostando a las relaciones fáciles (habiéndole prometido que ella sería la única en su vida) y desatendiendo las llamadas telefónicas con excusas diversas. Los hijos no hablan con sus padres, por temor a perder lo que tienen o a ganarse lo que no quieren y los padres no conversan con sus hijos, porque piensan que éstos no van a entender. Así nos damos vuelta en un círculo vicioso, acumulando rabia, miedos, inseguridades y desamor.

No logramos asumir que nosotros mismos somos los llamados a cambiar en algo las cosas (aunque dicho de paso, hay también otros involucrados). Una amiga me confidenciaba que el día de su boda, antes de partir a la iglesia y mientras se dejaba remojar por el agua de la ducha, apareció, como un rayo, la incertidumbre de que si el camino por el que había optado era lo que en verdad deseaba y con esa duda llegó al altar y dio el sí, frente al cura, al novio y al resto de los invitados. No fue capaz de exteriorizar ese "no" que le diera la oportunidad de ser ella, de expresar sus verdaderos sentimientos; guardó silencio como esperando que otra persona, alguien talvez de los invitados, lo hiciera por ella. Dijo que "si", pero sentía ese "no" profundamente, golpeándole la cabeza como un eco.

Una década más tarde se dio cuenta que no podía más y pidió la separación. Tenía a su haber un grado de frustración mayor y tres hijos.

Donnerstag, 15. April 2010

No quiero.

No quiero deberes en el amor
Ni en la poesía,
No quiero reglas para cuando el sexo
No sea más que una salida
Absurda,
Un camino que se tome
Para olvidar
Lo que somos
Lo que hacemos
Donde estamos
Y con quién.

No quiero una boca
Llena de besos fríos,
Prefiero entonces el aliento
Solitario de mí mismo,
Un roce de mis propias manos
Y un pensamiento que nazca de mí
Y para mí.

No quiero un mundo
De sentimientos divagando,
No quiero decirte que te amo,
Sino amarte sin decirte nada.


Jesús Almibre
(chileno)

Sonntag, 4. April 2010

Sobre nosotros y la muerte.

Leo un libro de ese gran escritor y filósofo que es Antonio Gala y me detengo en un pasaje que no me deja indiferente: "El hombre conoce su final: el más común de todos los destinos, lo único infalible, la única verdad palmaria y evidente. Y, a pesar de ello, con valentía, en vez de suicidarse y concluir de un tajo la torturante espera, se echa en brazos de la esperanza, prosigue en su incierta andadura, y vive, y vive, y vive."… y me quedo largo tiempo pensando.

No deja de tener razón. Desde que nos engendran, vamos con ese destino a cuestas, apretando los dientes, intentando eludirlo de alguna manera, construyendo una determinada forma de vida (muchas veces la menos adecuada para sentirse vivo); no queremos enterarnos de que nos vamos a morir ni siquiera cuando hemos visto a la propia muerte llevándose a seres queridos, amigos y también a extraños entre sus brazos; en algunos casos, nuestra propia infancia ha sido testigo del llanto temeroso, de la pesadilla helada que nos acomete y que nos conduce a refugiarnos en nuestros progenitores o en una oración aprendida en la clase de religión. Ciertamente se trata de un sentimiento muy humano.

La muerte no se entiende, se encarcela y hasta se envía al exilio. Nadie se compromete con un agónico, nadie quiere estar cerca ni menos tocar a un moribundo. Hay mortales (que por supuesto no se sienten como tales) que piensan que la vida es un acto de magia e intentan cambiar la naturaleza de las cosas, utilizando los medios que la modernidad pone cada cierto tiempo en sus manos. Algunos, incluso, han cambiado el carné de “mortales”, por uno que dice “somos dioses” (paganos por cierto).

Sin embargo, terminamos más temprano que tarde, aceptando la verdad, porque no hay otro remedio para apaciguar la incomprensión y el miedo que la muerte convoca, y que se extienden como un virus en cada uno de nosotros.

Hasta ahí, una cara de la historia.

A pesar de ese final, que se nos ha impuesto como una ley absoluta e ineludible, sin el sagrado derecho a pataleo, no deja de ser increíble lo hermoso que es vivir, sea cual sea el espacio, la condición y el tiempo que nos hayan asignado; se trata de vivir en el más amplio sentido de la palabra, con la ilusión de querer dejar, como mínimo, una huella. Recuerdo conversaciones con amigos y amigas y pienso ahora que varios de ellos han hablado de vivir como si estuvieran obligados, como si la vida no fuese más que un gran peso que deben cargar, día tras día, olvidando que esto de la existencia es un espacio amplio, en el que convergen muchas cosas, la mayoría de ellas ligada al desarrollo personal.

Para mí, la vida es una novela que estamos escribiendo todos, de muchas maneras; somos una parte activa que juega su rol en pro del bienestar personal y común. Podrán existir idelogías, métodos, costumbres diversas y sin embargo, cada uno tiene la tarea fundamental de “vivir”. En ese punto nos tenemos que encontrar todos.

Cuando va pasando el tiempo, y ese destino se comienza a ver próximo, resulta inevitable plantearse hasta qué punto hemos vivido con sabiduría, hasta qué punto nos sentimos preparados para dar el paso siguiente, satisfechos y sin haber alimentado la creencia que la vida es lo único que poseemos.

Por momentos, se hace bastante incomprensible la incapacidad que demuestran algunos sujetos para abandonar la vida, considerando que con ello nos estamos acercando a Dios.

Samstag, 3. April 2010

Agua.

Eras un beso azul y profundo,
mientras el sol iba cayendo;
tus ojos cerrados no me contemplaron.

Eras un poema navegando,
llevándose el atardecer consigo.
Con el transcurrir de las horas
Mis temores convergieron
sin una razón convincente.

Cayó sobre nosotros
la última gota de luz,
cuando el viento salino
desbordaba su locura
sobre la playa.

Imprudentes,
nos quedamos en aquel sitio
cubriéndonos del frío
con nuestros propios sentimientos.

En tus brazos me dormí
con la ilusión latiendo…
latiendo…
latiendo…

Jesús Almibre
(chileno)

Freitag, 2. April 2010

Si te hubiera amado ayer...

Siempre pensé que amarte era una locura y, sin embargo, cuando terminé de darme cuenta de que me había enamorado de ti, me percaté que la arrogancia se castiga duramente, así como se castiga la ceguera.

Sé que amarte será mi suerte de por vida y que nunca vas poder corresponderme (es la parte negativa de la historia), nunca podrás disfrutar conmigo un ocaso casi apocalíptico en el que nuestros sentimientos vayan encendiéndose como lo hace el mar a la hora del crepúsculo. Siento que me perdí mucho de ti, que no supe y no quise arriesgarme a saltar las barreras ni menos las dudas, esas dudas que siempre me acompañaron mientras estuvimos cerca, mientras te fui conociendo. Ahora creo que fueron construidas sobre mi propio temor, mi propia incapacidad para enfrentar la verdad; el hecho que te estaba amando.

Es tarde, lo sé…y siento que de a poco me estoy muriendo en mis propios errores, que lentamente he ido perdiendo la facultad para oir los cuestionamientos de mi razón, porque fue ella la que cerró las puertas y las ventanas. Créeme que si pudiera retroceder el tiempo…si las luces de ayer pudieron iluminar esta noche, sin las estrellas necesarias para verte y sentirte como yo quisiera y como nunca lo hice, a pesar que en algún momento me fue posible.

Entiendo tu silencio, entiendo ese vacío que hay ahora entre nosotros…créeme que lo entiendo.

A pesar que llegué a creer que nada puede ser imposible, veo con decepción y tristeza que amarte es una utopía, porque ya no estás…ni siquiera tu recuerdo, que también me lo ha arrebatado la maldita suerte, esa misma de la que te he hablado al comienzo, esa que me dice al oído que nunca, nunca serás mía…

Si hubiese sido sabio tan sólo un momento, el preciso, para haber visualizado este destino tan doloroso, pero no lo hice y ya no hay más remedio que aceptar lo que uno mismo fue sembrando.

Si te hubiera amado ayer…

Donnerstag, 1. April 2010

Mis padres.

Hablar de mis padres es referirse a una pareja que nunca se dejó amedrentar por las adversidades que la vida les puso en frente. Pienso que algo importante los ha guiado a mantenerse juntos, puesto que han debido enfrentarse, cada cual según sus convicciones y creencias, a más de un megaproblema. He sido testigo de muchos de sus logros y fracasos en ámbitos variados, así como de la prueba durísima que lograron llevar a buen puerto, motivados por el amor que como compañeros de ruta han priorizado.

Durante mucho tiempo tuve la sensación que nuestros caminos eran muy dispares, que nuestras inquietudes no se parecían en nada y que la visión de muchas cosas de esta existencia era radicalmente opuesta. Sin embargo, y a medida que he ido alcanzando la madurez como hombre, compañero y padre, he caído en la cuenta que en muchas cosas han tenido razón. Posiblemente no en todo, porque como individuos también marcamos nuestras diferencias, pero en lo medular, en aquello que es básico dentro del desarrollo de una persona, tenemos puntos comunes que nos han permitido construir un gran puente donde sus experiencias y las mías se han podido dar la mano.

Siento que el amor que mis padres se dispensan, uno hacia el otro, es un milagro de la vida, algo que no se compra en una farmacia ni tampoco se encuentra en ninguna página de internet. No es algo que podamos adquirir con una tarjeta de crédito ni menos pagarlo en cómodas cuotas. Para entender este milagro debemos conocer el significado de las palabras constancia, paciencia, ternura, tolerancia y fe, entre otras muchas, porque han sido ellas las que han conformado el gran estandarte que mis progenitores han portado como principio básico de su convivencia, en los roles de esposos y amigos.

Cuando mis padres me vinieron a visitar a Alemania y mientras bajaban del tren, cargando sus maletas, en la estación central de la ciudad de Bonn, me di un minuto para observarlos silenciosamente, con una emoción que no quise ni pude disimular; me di cuenta, entonces, que ellos no seguían siendo aquellos padres jóvenes que he visto incontables veces en las fotografías de mi infancia; en sus movimientos y gestos de ese minuto en la estación, vi las huellas que el tiempo, inexorablemente, ha ido dejando, pero también tuve la alegría de poder percibir que el amor marcó en sus corazones otras huellas imborrables.

Mittwoch, 31. März 2010

Amada o amante.

No es lo mismo. Lo sabes y eso te aflige, aunque intentas por todos los medios de evitar el tema; sabes que lo que recibes es una mascarada, algo que no es tuyo (aunque te traten de convencer de lo contrario).

Todo comenzó en esa fiesta de la empresa, aquella a la que no deseabas asistir, porque te cansaba ver a tus colegas flirteando unos con otros, pero tu mejor amiga terminó ppr convencerte; argumentó que no podías seguir en ese estado de "mujer sin horizonte", que el amor no iba a caer del cielo ni te lo iban a pasar en una bandeja. Sentiste que tenía razón, que si bien no esperabas encontrar, por mera casualidad, al amor de tu vida, por lo menos te ibas a distraer y escapar momentáneamente de la rutina. Te acercaste al bar y te diste cuenta que te observaban. Él se acercó para pedir otro trago, miró el reloj y exclamó que la noche recién estaba empezando. Tuviste el presentimiento que se estaba dirigiendo a ti y no te equivocaste. Conversaron largamente sentados uno al lado del otro, hablándose muy cerca, al oído, porque la música era más bien un conjunto de alaridos histéricos que no les permitía entenderse del todo. Oliste su perfume (Minotaure, Paloma Picasso) y algo te estremeció. Salieron a la terraza y se quedaron ahí hasta que el amanecer fue apagando las luces del edificio.

Fue un tiempo pleno que deseaste prolongar infinitamente. Y sin darte cuenta de todo lo que estabas comprometiendo, pasaste del enamoramiento al sentimiento profundo, ese que necesita de las raíces (porque las hojas no le bastan). Un mes más tarde te enteraste que era casado hacía una década y padre de dos hijos. Fue un latigazo que rasgó tu piel, tu esencia, tu corazón..en definitiva todo. No quisiste verlo, a pesar de su insistencia, a pesar de sus llamados, pero te diste cuenta que su ausencia era una enfermedad más terrible que la omisión, por lo que terminaste aceptando las condiciones que te imponía una relación de ese tipo. Eso sí, tenías que tener claro que no eras la favorita y que quizás no lo llegarías a ser nunca. Debiste conformarte con el segundo lugar, con existir en la sombra, aceptar lo que él pudiera o quisiera darte.

Y así fue transcurriendo el tiempo, tiempo que te acostumbraste a llevar con altos y bajos, hasta el día de hoy...

Montag, 29. März 2010

Sueños.

Hay sueños que recordamos, nítidamente, al despertar; nos sobresaltan cuando todavía no hemos probado el café de la mañana y nos dejan inquietos hasta después de la ducha. Nos podemos vestir, incluso, con ellos acuestas, sin divorciarnos siquiera un minuto.

Un color, formas, imágenes blancas y negras, de dulce y grasa, palabras que retumban como un eco metálico o la simple percepción que un pariente lejano o un ser desconocido se quieren aferrar a ti para contarte algo, para expresar una penumbra o alegoría que puede carecer de todo sentido. En ocasiones has visto el rostro de los hombres sonriendo y de Dios llorando.

Intentamos abrirnos paso entre nuestras debilidades y maldiciones en el día a día que se abre ante nuestros ojos; sentimos un fuerte dolor en el pecho y, de vez en cuando, en nuestras conciencias, porque hay sueños que se esconden de nuestros sentidos, sueños que parecieran guardar un gran secreto y que lo han mostrado tan sólo una vez para prevenirnos de algo o alguien, para llamar la atención sin aceptar preguntas, dejándote inmerso en una angustia casi totalitaria, que te impide avanzar. Te detienes y piensas, tratas de recordar, pero te das cuenta que es en vano, porque la imagen que buscas se ha diluido. Sigues tu camino y vas asimilando esa sensación de que algo te preocupa, como ya asimilaste el reloj y la camisa, cuestiones que parece formaran parte de tu piel, algo soberanamente normal.

Un tema complejo, el de los sueños, con sus enigmas, sus significados, una cultura propia que nos arrastra, que nos desvela, que nos conduce hacia temores y alegrías, ingredientes comunes que componen la existencia.

Sonntag, 28. März 2010

Una prioridad cerca del mar...

Llego a Mallorca en pleno verano y como de costumbre he buscado un studio con lo necesario para dormir, preparar mi café y mi bocadillo sin tener que rendirle cuentas a nadie. A menudo salgo temprano a realizar mis excursiones y vuelvo justo para presenciar ese ocaso irresistible que me permite llevar a cabo mi tarea diaria, esto es, volcar mi atención en la problemática que requiere de un orden, muy a pesar de mis temores.

Cuando va cayendo el sol entremedio de las breves olas mediterráneas, siento que algo de mí se termina, se va irremediablemente y entonces sé que no es una casualidad que yo esté ahí, tampoco se trata de un impulso malvenido; es la voz de la vida que me habla de lo vital que es renovarse. El final de una etapa se precipita con cada movimiento del mar, con cada destello de luz que se va perdiendo en la inmensidad del océano.

Es una tarde como otras que he vivido, lo sé y por eso me gusta, aunque no todo sea igual, porque las olas que se meneaban ayer, hoy no son las mismas ni lo son las parejas de enamorados que se besan en la otra orilla, bajo un árbol que apenas se sostiene sobre una gran roca. En ocasiones los cuerpos se repiten, las caras y determinados gestos, pero nada es igual ni semejante, porque hasta los besos pueden haber cambiado. Y entonces me pregunto que cuánto he cambiado yo, cuánto de lo de ayer sigo siendo y cuánta renovación vivo en este día. A veces sucede que un email o una tarjeta te cambia la apariencia o, peor aún, los sentimientos y recuerdas que hasta hace poco te reías de los que contaban penas de amor, porque no eran las tuyas y seguías bebiendo de tu tiempo sin examinar las señales que venían para contarte sobre tu próximo destino.

Me quedé otro par de horas ahondando en las prioridades anteriores a ese email (que han estado constantemente relacionadas con mi inmadurez emocional) y no pude creer que después de tantos años, ella retomaría el contacto para decirme que su partida abrupta había tenido una razón, que no había sido para darme ninguna lección (aunque me la mereciera) ni menos para demostrarme que era capaz de estar sin mí (en realidad, sola). „Me fui sin avisarte, porque el haber entrado al departamento me habría condenado a permanecer atendiendo al dictado de mi corazón y no al de mi conciencia. Tuve la urgencia de creer en una existencia distinta.“
Resulta doloroso, pero muy útil aceptar que lo que dice la otra parte de la historia es verdad y digo doloroso, porque en sus palabras llenas de temores y resentimientos vas encontrando en ti a un ser que desconoces (que talvez nunca desearías conocer, pero que vive ahí contigo cada día). Me pregunté, entonces, cómo podría yo ir nutriéndome de experiencias que me permitieran lograr una existencia realista, en la que pudieran congeniar el ayer y el hoy como una historia que se tiene que ir aceptando como lo haces cada vez que piensas que algún día te vas a morir y que contra eso no hay remedio posible?. La respuesta llegó durante una conversación con una amiga. „Es el momento de entablar una afectiva (como también efectiva) introspección. Trátate con cariño, pero no pierdas la pista de lo que quieres y necesitas alcanzar“. Ambos sabíamos muy bien en qué dirección iban sus palabras.

Me alegra tener esta soledad que en apariencia me duele, pero que en lo más profundo de mi propia existencia ha dado paso a que yo haya tenido que redefinir mis prioridades afectivas. No sé cuánto irá a durar este proceso, pero me tranquiliza saber que, cada vez que venga en verano a este rincón de la isla, el sol caerá llevándose mis pecados

Este mundo va...

Siempre estamos apurados. Vamos dando vueltas como un carrusel, pero estamos convencidos que caminamos hacia adelante hasta que algo, que aparece mientras menos lo esperamos, te demuestra que ese supuesto avance no es más que mucho de lo mismo, pero con formas y colores diferentes. De lo contrario, por qué hablamos tanto de rutina?, por qué nos agobia esa palabra la mayor parte del día, de los meses y años de nuestras vidas?.
No es una casualidad que hoy nos afecte de sobremanera el estrés, considerando que la tecnología nos ha aliviado (o por lo menos eso creo yo) gran parte de lo que nuestros abuelos tenían que hacer. Hoy gozamos de lo que ellos no gozaron, respecto de las condiciones de trabajo y de vida en general. Si lo vemos detenidamente, nuestro diario vivir tiene todas las comodidades que la modernidad entrega (sin dejar de lado la misma globalización) y sin embargo vivimos apresurando el paso, mirando el reloj para ver si nos sobra alguna hora, porque nuestra agenda existencial está copada.
Las consultas de los sicólogos están permanentemente abarrotadas, con gente diversa, con problemas disímiles, frustraciones y anhelos que no se disimulan. Todos quieren respuestas y las quieren de los demás. Antiguamente era el interesado el que debía (porque se trataba de un deber) buscar la solución a la problemática que se presentaba y no el sicólogo (que entonces no era tema, como lo es hoy), ni el jefe, ni tampoco el vecino. El mundo se mueve inevitablemente entre la crítica y la insatisfacción, entre el desapego y la falta de confianza. Quien ose ser fiable o ser una persona medianamente feliz, está condenado al ostracismo. Lo mismo ocurre con aquellos (porque sé de buena fuente que son varios) que luchan por mantener sus ideales y principios (que son colectivos, porque se requieren para mantener una paz social).
Poco a poco nos hemos ido transformando en personajes de un teatro absurdo, que gira cada vez con mayor velocidad provocando un mareo, una desorientación individual, donde apenas hay espacio para un desahogo.
Es cierto…vamos muy rápido en muchas cosas y hemos ido ganando en el bienestar social, como a si mismo, bastante más consumo, lo reconozco ,pero hemos perdido mucho de aquellos dictámenes propios del corazón y la conciencia; algo vital para vivir bien.

Donnerstag, 18. März 2010

Quién te quiere, te conoce.

Nací un 14 de agosto de 1963 en Santiago de Chile. El hospital que cobijó mis primeros signos de vida, ya no existe; lo demolieron por viejo. En su lugar se alza un hotel cinco estrellas. Mi padre no quiso que me pusieran algún nombre suyo, pero mi madre fue persistente y al final me bautizaron con el nombre de Alex Adrián, el segundo en homenaje o desgracia de mi padre. Durante mi infancia hice las averiguaciones para cambiarme ambos nombres, puesto que lo único que deseaba era llamarme Roberto o en el peor de los casos Ricardo, me imagino que fue por la influencia de las teleseries mexicanas, en las que el galán era Ricardo Blume (que por lo general hacía sufrir a Angélica María). Las primeras letras y números los aprendí en el Chester College, un colegio del barrio. Recuerdo que cuando fui a una entrevista personal con la directora y mi madre, me preguntaron que qué haría en el caso de que otro chico me diera una cachetada; muy ligero de cuerpo respondí que se la devolvía con intereses. Mi madre se espantó, pero creo que a la directora le causó gracia, pues aceptaron mi ingreso.

Luego de tres meses me di cuenta que no duraría mucho bajo una disciplina cuasi militar, por lo que le dije a mis padres que no quería seguir ahí. La respuesta de mi madre no se hizo esperar, "te quedas donde estás y punto". Un mes más tarde, le confesé a un amigo que no aguantaba más. "Yo tampoco", se desahogó. A lo anterior se agregó la irresponsabilidad de nuestra empleada, que por darse de besitos con el hijo del vecino, se olvidó en repetidas ocasiones de ir a buscarme al colegio, provocándome un trauma de proporciones, porque la espera era en la oficina de la directora. Creo que fue entonces que descubrí que ella y el profesor de música eran algo más que colegas.

Fue transcurriendo el tiempo y, por un milagro, que aún no entiendo, mis progenitores captaron lo que yo les había tratado de transmitir mucho tiempo antes. Entonces me llevaron al San Ignacio de Alonso Ovalle y ahí me quedé hasta el fin de la secundaria. En ese colegio jesuita aprendí lo importante que es la solidaridad, "entrar para aprender y salir para servir", me inculcaron. En el quinto básico conocí a quién me guiaría en el amor por la pedagogía: Miguel Urrea. Este personaje no sólo fue un hombre que nos entregó conocimientos teóricos, sino que nos dio las armas para llegar a ser personalidades. Mi amor por las matemáticas me llevaron a ser profesor de Educación Básica con especialización en castellano. Tuve a buenos y malos profesores. Entre los primeros mi gran amigo José Luis Samaniego, secretario de la Real Academia de la Lengua Chilena, a quien guardo una tremenda gratitud. Trabajé en un colegio del Opus Dei, el Cordillera, y de ahí me vine a Alemania.

Me gusta:
- el sol.
- el pelo corto.
- observar a la gente.
- el vino chileno (especialmente el tinto)
- el salmón con espaguetis (agregar langostinos y una salsa con crema, no es mala idea)
- la ensalada griega.
- correr bajo la lluvia.
- sentarme con mi amigo Martin a orillas del Rhin y beber una cerveza.
(o deambular por las calles de Bonn, buscando un restauran express)
- la gente sincera, los que hablan directamente, sin tapujos y con respeto.
- pasar mis vacaciones en Cala D´Or, Mallorca, y escribir ahí mis reflexiones mientras escucho a Moby.
- ver los clásicos del cine.
- dormir desnudo.
- andar en bicicleta por un camino directo, como un viaje hacia el infinito.
- el amor correspondido.
- la música Chillout.
- viajar a Chile, mi país de origen.
- pensar, analizar, elegir y actuar.
- escribir y leer.
- comunicarme.
-la crítica constructiva.
- vivir apasionadamente.

no me gusta:
- lo contrario a lo que escribí anteriormente.
- el tiempo que se pierde sin mediar en las consecuencias.
- que se le hable a un muerto, lo que no se le dijo en vida.

entre otras muchas cosas...

El encuentro.

Dos corazones
latiendo
como uno,
dos formas que se entregan
sin mediar consecuencias,
esas manos
que se dicen muchas cosas
y esos labios
que guardan silencio.

Los dos seres que se aman
finalmente
se encuentran.

A dónde te has ido?.

Fue una inquietud que me sobresaltó cuando vi el espacio vacío sobre la cama; luego, la silla vacía a la hora del desayuno;más tarde, tu ropa no colgaba en el ropero ni tus libros abarrotaban la biblioteca. Entonces, sentí por un momento miedo, miedo a ese silencio demoledor, a esa soledad por la que nunca opté; mis ojos perdieron el horizonte y no supe la dirección que debía tomar.

Repentinamente mi vida había sufrido un vuelco; no éramos dos platos ni dos cervezas, tampoco el té y el café complementándose sobre aquella mesita de madera. De pronto no éramos más "un tú y yo", era simplemente "yo" y otro "yo" repitiéndose por todas partes. Impulsivamente tomé el teléfono para llamarte y confesarte mis temores, pero me di cuenta que no iba a traerte de nuevo, junto a mí. Entonces un dolor en el pecho me hizo real y caí en la cuenta que por mucho que el tiempo se propone desalojarte, tú sigues latiendo muy profundamente en mí.

Tomé mi paraguas y pensé lo triste que iba a estar hoy sentado junto a tu lápida, viviendo sólo de recuerdos.

Dienstag, 16. März 2010

El amor: un compromiso voluntario.

Es un hecho que cuando se ha vivido una relación sentimental intensa, el término de ésta estará caracterizado por la forma como se haya podido o querido escribir el punto final.

Las razones que determinan reacciones variadas se apoyan medularmente en el carácter de cada individuo y en la visión que éste tiene de los acontecimientos. Llega el instante en el que cada uno busca su propio techo donde ampararse; un camino lo más seguro posible basado en la experiencia personal. Entonces se hace difícil ser ecuánime y objetivo (más aún si consideramos que nuestra naturaleza nos guía permanentemente hacia la subjetividad). Contadas son las excepciones en las que luego de una acabada autocrítica, somos capaces de situarnos en el lugar del otro y realizar una evaluación moderada. Muchas veces esta introspección puede demorar más de lo que uno podría desear, entonces la problemática emocional tarde en encontrar el esperado equilibrio.

Una amiga me contaba que enamorarse es sencillo; basta una mirada o una sonrisa para iniciar el contacto y si lo logras, el mundo tuyo sufre una transformación medular. Dejas, entonces caer algunas barreras, te dispones a intentar una convivencia entre tu corazón y el de otro individuo. En ese primer paso, las coincidencias suelen ser numerosas y las prioridades personales quedan suspendidas hasta un nuevo aviso; la química cambia (se producen unas sustancias llamadas endorfinas) y nos ilumina la idea que nuestra pareja (porque ya hemos creado un vínculo) se acerca a la perfección, por lo que nuestra entrega emocional llega, en muchos casos, a ser completa. En el caso de esa amiga no logró ser tal, porque fue bloqueda por temores involuntarios, cargados de historias frustrantes, de miedos latentes, de una inseguridad permanente. Vio el amor metido entre sus manos y la abordó un pánico contra el que intentó luchar, pero sin lograr vencer y se tuvo que retirar derrotada y triste.

Por mi parte, muchas veces fui ciego y sordo, como también exageradamente meticuloso y racional. El análisis se involucró demasiado en las decisiones que le eran exclusivas al corazón. Tuve, entonces, que asumir la soledad que me posibilitara un desahogo antes de seguir velando por mi futuro.

Ciertamente las desilusiones duelen y, por momentos, mucho. Pero de no ser de esta manera, bien poco podríamos aprender de este aspecto que incluye nuestra existencia; estar o sentirse enamorados puede ser una expresión de una atracción o incluso de sentimientos incipientes, pero es el amor el que determina una entrega muy personal, que no involucra perder la capacidad para seguir siendo individuos, sino todo lo contrario. Una relación sana requiere de la persona para que la complementación sea efectiva. Una relación de pareja es un compromiso que se asume voluntariamente, sin prejuicios (que son precisamente un factor que muchas veces termina por afectar negativamente los sentimientos), es una oportunidad para enfrentarnos a disyuntivas que nos permitan reafirmar nuestros principios y valores, sin afán de venganza, sin el rencor quemando las entrañas. Estar relacionado sentimentalmente con alguien requiere de la valentía para asumir los riesgos, de la constancia para avanzar y de la fuerza espiritual para enfrentar la tristeza de una ruptura, así como también para vivir de una manera sencilla la codiciada alegría.

El amor es un camino largo y sinuoso; un tesoro cuyo valor es incalculable, es el desafío permanente no sólo para encontrarlo, sino para mantenerlo, por lo que es merecedor de un cuidado casi sublime, puesto que no es infinito por naturaleza, sino todo lo contrario y eso lo hace impagable y apetecible.

Escribir estas líneas no ha sido un ejercicio fácil, especialmente cuando el orgullo se antepone como un guerrero porfiado; estas palabras son la consecuencia de haber logrado entender, en la práctica lo que desde hace tiempo sabía en la teoría. Un fenómeno que aborda a la gran mayoría de los individuos.

Hoy puedo decir que, aunque la razón tienda todavía a jugar un rol protector, estoy en paz con mi corazón y mis sentimientos y que me he reconciliado con el amor y todo cuanto él significa.